sábado, 3 de diciembre de 2011

pan, paz, más



La voz de ella me calma, me lleva a mi vida de pequeña, a las cuerdas de la guitarra de mi papá, y a las de su garganta también. A un lugar tranquilo y conocido. Me hace pensar y cantar, aplaudir como loca mientras JR me mira y grita, y yo grito más fuerte y sigo cantando, y bueno, terminamos pareciendo dos locos. Jugamos a gritar, el con la licencia de ser un bebé, yo con el agravante de ser su madre. ¿Se supone que una madre es un parámetro de cordura? Que no se suponga, no me gustan las suposiciones.

1 comentario:

Pao dijo...

Gracias por el hermoso recuerdo, en este momento tengo ganas de volver años atras:). Guitarreadas del pasado, que lindas. Extraño:(