sábado, 17 de noviembre de 2012

rivadavia

Las calles de Buenos Aires, sus apelmazados negocios, sus apurados transeúntes, sus manteros y su folclore, sus colectivos abarrotados, su ruido, sus bocinas, sus apurados, sus perros, sus baches y pozos, sus obras en construcción, sus puestos de pochoclo y garrapiñadas, su vendedor de quiniela en la misma esquina hace años, sus paradas de colectivos, sus pasajeros, sus puestos de flores, sus palomas y su caca, su vibra loca. Yo las quiero, a lo lejos las quiero, y de cerca también. Mi lugar conocido, todavía pertenezco acá.