jueves, 28 de junio de 2012

Juanchi:

El día que naciste me desperté a las 8 de la mañana creyendo que me estaba haciendo pis encima. Desperté a papi que se había ido a dormir hacía media hora: "mi amor, despertate! me parece que rompí bolsa", le dije. Saltó de la cama, yo fui al baño. No estaba segura, salía un chorrito de algo, no sabía si era pis o líquido amniótico. No sabía de verdad, no tenía idea. "El líquido amniótico tiene olor a lavandina" me dijeron muchas veces, pero la verdad verdadera, para mi no tenía olor a nada. Estaba la abu Silvia en casa, había venido porque estabas por llegar, para conocerte y acompañarnos en ese momento. Ella escuchaba todo lo que pasaba desde la cama. No se levantó ni dio indicaciones ni opiniones hasta que se las pedí. Pero ella escuchaba. Papi y yo estábamos en el baño discutiendo si era pis o no era pis, si íbamos al sanatorio o era una exageración. Papi me trajo un vasito para que hiciera ahí, así lo veíamos. Yo seguía sin distinguir lo que era, aunque ahora me acuerdo de la imagen que vi y claramente eso del vasito no era pis. Por ahí no se entiende pero de verdad, en ese momento el control de mi cuerpo era muy vago, yo hacía un poco de fuerza y salía un chorrito y no podía distinguir qué era eso. La abu dijo que mejor íbamos. Y eso hicimos. Papi agarró tu bolso que ya estaba preparado y guardado. Y el mio y el de el. En el auto tuve las primeras contracciones pero no eran fuertes, no sabía si eso era el comienzo de tu llegada. Ah, y llevamos el vasito para mostrarle a la obstetra. Te juro, qué locos, es lo que te tocó en suerte hijito. ¿Podés creer que nunca nunca nos paró la policía y ese día si? fue porque papi no encendió las luces me parece, estaba nervioso y se olvidó. Bajó la ventanilla y le dijo al policía "mi mujer está en trabajo de parto" y seguimos viaje. Llegamos al sanatorio y yo tenía 4 cm de dilatación, eran las 10 de la mañana. No entiendo cómo dilaté, cuándo. Las contracciones fueron intensas, dolían mucho. Yo miraba un árbol por la ventana, cómo se movía con el viento, me concentraba en eso para que no me duela mucho. La obstetra estaba en camino, era sábado, me olvidé de contarte, y en el sanatorio no había casi nadie. Ella llegó en calzas y remera, muy tranquila, y me hizo sentir bien. Menos mal que llegó porque yo ya estaba para pujar, ya querías salir. Muchos pujos, tengo esa sensación. Me dieron oxígeno y me lo arranqué. Primero acostada, después la cama se transformó en una silla y estuve más cómoda. Mucha fuerza, mucha mucha. La obstetra dijo que sería una pena que vayamos a cesárea, lo dijo en chiste guiñándole el ojo a papi, para que yo haga más fuerza aunque ya estaba agotada. Y saliste, llorando, te pusieron arriba mio. Eran las tres y media me parece. Te calmé, te calmaste. Papi vio TODO, al lado de la obstetra, vio cómo salías y te acompañó cuando te limpiaron y te revisaron. Te sacó fotos y te trajo para que te vea bien. Me debo haber puesto los anteojos ahí, y te vi. Eras igual a nosotros dos. Eras mi cachorrito, mi bebé, mi vida entera. Y ahora estás acá, caminando como un patito y haciendo lío. Te ama mamá. Mucho. Todo todo.

sábado, 23 de junio de 2012

aquí finaliza el horario de protección al menor (o ¿con esa boquita decís te quiero?)

No es que no quiera escribir, es que no me sale. Mientras tanto en algún lugar de Alta Gracia pasan cosas buenas como que tengo gas natural, estoy muy encaminada para sacar el registro de conducir, mi hijito está empezando a caminar y da besos sin que se lo pidamos, tengo ganas de estar acá y no allá, empecé spinning y no lo abandoné, le tejí un pullover rojo a mi bebé (abrigadísimo, como corresponde). Estamos cumpliendo un año en esta casa que ya no es una heladera. Puedo usar el horno y bañarme sin miedo de quedar congelada porque se termina el gas del tubo, puedo lavar los platos con agua caliente, me puedo lavar la cara sin sentir que se me congela cada célula. Uno no se da cuenta del valor de lo que tiene hasta que no lo tiene, puede ser, con algunas cosas no se cumple porque uno puede darse cuenta de su valor en vivo y en directo, pero con el gas me llevé flor de sorpresa. También pasan cosas feas en Alta Gracia como que nos dimos cuenta de que tenemos algunos vecinos muy hijos de puta, como que la instructora de manejo me dejó plantada por tercera vez y en lugar de pedirme disculpas me echó la culpa y me cortó el teléfono, como que todos los putos días a la hora de la siesta suena el teléfono y es una puta grabación de Claro para ofrecerme no se qué poronga que yo no pedí y como que cuando decido invertir mi tiempo apretando la opción 1 para que me asesore un puto pelotudo y le pido que no me llamen más porque despiertan a mi hijo me corta el puto teléfono. Como que me llame una imbécil de Telefónica diciéndome que es para confirmar el descuento para las llamadas de larga distancia, y yo no sepa de qué confirmación estamos hablando si yo nunca pedí un descuento y me notifique del recurso barato que usan para sacarle guita a la gente. Como que día por medio me suene el celular y me ofrezcan un plan con factura cuando no quiero el puto plan y ya pedí que no me sigan llamando. Como que me siento un poco invadida por las empresas de comunicación pero, ojo, el martes pasado me quedé sin internet y el 112 me daba ocupado o se cortaba directamente. Bueno, hice mi descarga. Todas estas banalidades que acabo de escribir son cosas malas que me resbalan y no afectan mi vida en absoluto, me hacen dar cuenta de que el mundo está lleno de forros pero no la afectan de verdad, no. Las cosas que la afectan no son banales, son reales y me congelan los dedos para seguir escribiendo, aunque en mi casa ya no haga frío.