Esta mañana despegué un ojo gracias al ruido de un martillo neumático. Entre sueños, medio dormida, medio despierta, me sentí como en casa, no me sobresalté ni me llamó la atención. La familiaridad del martillo contra el asfalto duró un rato largo...hasta que me di cuenta: estoy en AG. Esto no es normal. Debería haberme molestado como antes, y no. No me molestó en absoluto. No se si decir que "extraño el ruido de la ciudad", sería demasiado y la verdad, no lo extraño para nada. Pero ese martillo contra la piedra de mi cuadra cavando para instalar la cloaca a la mañana temprano fue un terrible y, en algún punto remoto, lindo deja-vu. Cosas de la mente.
En otro orden de acontecimientos más acordes con este lugar, floreció el ciruelo. No puede ser más lindo.
1 comentario:
je, y nunca te despertaron las explosiones de las canteras?
a mi me hacian temblar las ventanas
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