miércoles, 22 de julio de 2009

la reflexión del día

Cuando uno tiene mucho hambre, pero mucho, y lo que hay de comer es muy rico, quiere que transcurra la menor cantidad de tiempo entre la observación y la deglución del alimento. Entonces, va como un condenado, clava el tenedor en el bocadillo y automáticamente se clava el bocadillo. Y se quema, porque el bocadillo estaba caliente. Y el efecto que queda en la lengua después de quemarse es de lo más desagradable e impide el disfrute del resto de la comida que quedó en el plato, que en este caso viene a ser como el 99,99%. La moraleja en este caso sería ¿quién te quita lo bailado? o ¿cómo se puede ser tan desesperado?. Lo dejo a su criterio.

1 comentario:

S dijo...

O podríamos decir "el que espera desespera" o "Vísteme despacio que estoy apurado"...
De todas maneras lo más impresionante de su posteo es la cita directa de Karina Olga "Lo dejo a tu criterio".
Salú