jueves, 24 de febrero de 2011

desvelada

Bueno. Son las 4:41, me desperté con la lluvia, noté que no había entrado la ropa seca, fui a mear. No me puedo dormir. Ilusa creí que la compu me iba a dar sueño, pero el preámbulo de visitar gmailblogstwitterfacebookytodolodemás no es muy sedativo, es adictivo. Acontecimientos del momento: mi hijo se despierta conmigo, poguea un rato y se calma. Está cumpliendo años mi viejo, 60. Grositud. Decidimos dejar el hogar en su lugar, no sin antes hacer el control de calidad con unos troncos. Funciona perfecto, buen "tiraje" (estoy adquiriendo un vocabulario arquitectónico jodido).
Al sobre.

domingo, 20 de febrero de 2011

es oficial

Estamos en obra.

La pregunta del millón: ¿volamos la chimenea a la mierda?

martes, 15 de febrero de 2011

¿estrategia de marketing?

Volvemos del médico por la ruta Córdoba-Alta Gracia.
Adelante nuestro un auto viejito y simpático.
Su dueño, sincero, comunica al mundo mediante un cartelito:

"VENDO ESTA CARCACHA"

miércoles, 9 de febrero de 2011

El dice...

...que miro este dvd cuando estoy contenta.
Y tiene razón.



Al margen: ¿No es muy diosa Marisa Monte?

jueves, 3 de febrero de 2011

la prueba del delito

Laly cumplió y me mandó escaneado el cuento macabro. Disfrútenlo si pueden, o léanlo por puro morbo, vale la pena.
Gracias Laly, sos una genia.
Acá lo transcribo, espero comentarios de horror...


Había una vez un papá y una mamá que se querían mucho y deseaban tener un hijo.
El papá decía:-Yo quiero un varón, para jugar a la pelota con él, para ir de pesca con él y porque será parecido a mi.
La mamá decía:-Yo quiero un varón, porque será cariñoso conmigo, porque me comprará regalos y porque será parecido a su papá.
Esperan mucho, mucho tiempo. Y un día llega el bebé.
El papá dice:-¡Es niña! No jugará a la pelota conmigo, no irá a pescar conmigo. Y no será parecido a mi.
La mamá dice:-¡Es niña! No será cariñosa conmigo. No me comprará regalos. No será parecida a su papá.
Entonces le dan unos grandes biberones y la encierran arriba, muy arriba, en el piso más alto de la casa. Y se ponen a esperar otro hijo.
Cuando llega el segundo bebé, es otra niña.
-¡Zápate!-dice el papá.
-¡Zápate!-dice la mamá.
Y le dan unos grandes biberones y la encierran arriba, muy arriba, en el piso más alto de la casa.
Y se ponen a esperar otro hijo.

Es niña, otra vez. Y no están contentos. Y vuelven a hacer lo mismo que hicieron con las otras dos. Y vuelven a esperar durante mucho, mucho tiempo.
Un día, la niña mayor -allá arriba, muy arriba, en el piso más alto de la casa- se harta de biberones. Se levanta y va al corredor. Empuja una puerta y ve a otra niña que se le parece como un caramelo se parece a otro caramelo.
La mayor pregunta: -¿Quién eres?
La otra le contesta: -Soy la segunda, la del medio.
Salen las dos por el corredor, empujan otra puerta y ven a otra niñita que se les parece como un caramelo se parece a otros dos caramelos.
La grande y la mediana les preguntan: -¿Quién eres?
La otra les contesta: -Yo soy la tercera, la menor.
La pequeña pregunta: -¿Por qué papá y mamá nos han encerrado arriba, tan arriba, en el piso más alto de la casa?
La mayor contesta: -Porque somos niñas.
Y la mediana contesta: -Porque no somos varones.
Y la pequeña pregunta: -¿Qué es un varón?
La mayor dice: -Es alguien que juega a la pelota, va de pesca y se parece a papá.
La mediana contesta: -Es alguien cariñoso con mamá, que le compra regalos y se parece a papá.
La menor dice: ¡Qué estupidez! Yo puedo jugar a la pelota. Yo puedo ir a pescar. Yo puedo ser cariñosa con mamá. Yo puedo comprarle regalos.
Las otras dicen: -Si, pero tu no puedes parecerte a papá, porque el tiene bigotes grandes y unas gafas gruesas y porque es casi tan alto como una montaña.
Y la pequeña dice: -Todo eso no importa. Déjenme hacer.

El papá y la mamá siguen esperado a su varón. Un día alguien llama a la puerta de la casa.
El papá pregunta: -¿Quién es?
La mamá pregunta: -¿Quién es?
Una voz contesta: -¡Es vuestro varón!
Abren la puerta de inmediato y ven entrar a un varón muy alto y muy gordo, con un abrigo enorme, con grandes bigotes y gruesas gafas, cargado de pelotas, una caña de pescar y un montón de regalos para mamá.
Y el varón le arroja las pelotas a papá y le golpea la cabeza, ¡bum, bum, bum!
Y se pone a pescar los pececitos rojos de la pecera, y los peces se caen al suelo. ¡Floc, floc, floc!
Y el gato se los come, ¡miam, miam, miam!
Y el varón tira los regalos sobre los pies de la mamá, ¡ay, ay, ay!
Y el varón le estampa besotes en las mejillas, ¡smach, smach, smach!
Y el varón se pone a gritar fuerte como el papá.

Y el papá dice: -¿Qué es esto? No me gusta este varón, que me pega pelotazos en la cabeza, que pesca los pececitos rojos y que grita tan fuerte.
Y la mamá dice: -¿Qué es esto? No me gusta este varón que me tira los regalos sobre los pies, que me lame las mejillas y que grita más fuerte que papá.
Y dicen los dos: -No queremos a este varón, queremos niñas.
Entonces, el varón grandote abre su abrigo grandote y ven a las tres niñas, la grande abajo, la mediana en el medio y la menor encaramada arriba, muy arriba. Se había puesto bigotes postizos y gruesas gafas.

Y el papá y la mamá dicen: -¡Estas son nuestras niñas, la mayor, la mediana y la pequeña! Ya no queremos un varón. Pueden quedarse con nosotros.
Las niñas dices: -Ahora deben pedirnos perdón, deben querernos y no encerrarnos nunca más allá arriba, muy arriba, en el piso más alto de la casa, solas con los biberones.
Y el papá y la mamá les piden perdón.
Les preparas una maravillosa merienda, con panecitos, pasteles, chocolates, turrones, caramelos y muchos, muchos, muchos besos.


Digo. Este cuento es machista y cruel desde el primer renglón. Padres encerrando a sus hijas con biberones solo por ser mujeres...mi mente de niña nunca entendió si el que escribía el cuento no notaba que un bebé no podía tomar la mamadera solo. Además, ¿qué hacia cuando se le terminaba? ¿y cuántos años estuvieron alimentándose a pura leche? ¿y cómo es que la leche no se pudría? ¿y cómo es que así como si nada las niñas quieren a sus papás aunque las encerraron años? ¿y de dónde sacaron la ropa cuando fueron creciendo? ¿y cómo sabían de la existencia de las demás y el motivo de su encierro?
En fin, mi mente de niña tal vez no volaba mucho, me hacía muchas preguntas, pero este cuentito es más para un ¡Socorro! de Elsa Borneman que para la Colección Mi Primera Biblioteca.

En fin...say no more.